Hace muchos días que no aparezco por estos lares, al igual que en otras ocasiones que he comentado por acá, sucede que ha ocurrido la vida misma: trabajo, desafíos, nuevas rutinas, viajes, en fin… eventos que nos obligan a pensar en aquello que hacemos como segunda o tercera opción, es decir, las actividades que disfrutamos hacer y entre las que tenemos que escoger.
Sin embargo, como escribiente que soy, el reto es crear contenido de manera constante. Y debería ser aquello que elijo como primerísima opción, ya que, si no creas el contenido suficiente, estás destinado al olvido. Parece que así funciona el mundo hoy.
Yo personalmente, me niego a escribir o a decir algo que no me salga de las entrañas. Así algunos se marchen ofendidos por mis largos silencios. Porque es así, el mundo actual te obliga a correr.
Pero yo, rebelde como siempre, prefiero caminar. Y de vez en cuando, detenerme con una taza de café a contemplar el paisaje. Quienes deseen detenerse conmigo en ese acto de contemplación, son más que bienvenidos.
Y no se trata solo de un acto de insurrección, en mi fuero interno tengo la convicción de que muchas veces tiene más peso y complejidad el más absoluto silencio, a algunas cuantas palabras vacías soltadas al azar.
Y soy una fervorosa creyente del poder de la palabra escrita, en esa medida tengo el poder también de escribir lo que quiero. Pero también guardarme cuando con ello me siento mejor. Y eso me pasa muy a menudo, un ejemplo de ello es cuando veo la ola de violencia que se desata en las redes sociales por temas políticos, principalmente, aunque como sabemos, no es la única causa.
Y por favor, no malinterpreten mi silencio relacionándolo con cobardía. Simplemente soy un ser humano que recarga sus energías en soledad: En los libros. En la música. En el susurro de la naturaleza…
…A veces me pasa que asomo y veo que la sociedad no ha mejorado en lo más mínimo. Al contrario, parece que vamos en picado por el absurdo mundo de la indiferencia, entonces decido volverme a guardar en mi carapacho para seguir leyendo.
Hablando de leer, sigo con novela negra. ¿Paradójico no? Parece que vivo únicamente en la oscuridad de la ficción por estos días. Eso da para estudio, pero no les aconsejo hacerlo.
Además, les cuento que estoy leyendo de manera alterna una novela que resulta una sátira del hombre soviético en la época de la revolución comunista. Por una razón y otra no he podido terminar este librazo: “Corazón de perro” de Mijail Bulgakov. Está siendo una lectura interesante, pero la estoy llevando con mucha calma también. Hay cosas que se disfrutan más de ese modo.
Dentro de la novela negra estoy leyendo “Pecado” de Benjamín Black, seudónimo del autor y dramaturgo irlandés John Banville. Una novela de la que rescato la construcción de los personajes que me parece fascinante, además del contexto histórico en el que se desarrolla la trama: un sacerdote asesinado brutalmente en la Irlanda fría de 1957 entre católicos y protestantes, lo cual resulta aún más siniestro.
Y sí, de Rusia a Irlanda… y así voy por la vida, leyendo de todo un poco. Disfruto conocer nuevos autores, así que, si han descubierto alguno por estos días que gusten compartir, los leo en comentarios.
No quisiera irme sin antes agradecerles a quienes continúan por acá y manifestarles todo mi cariño. Probablemente me vuelva a reclutar en mi carapacho para seguir leyendo, o quizás no. Nunca se sabe que rumbo vaya a tomar. Lo que si deseo es finalizar el manuscrito que tengo en revisión actualmente. Libro que espero publicar este año, porque a pesar de la calma, también me entusiasma ponerme fechas, y esta es una que anhelo compartir con ustedes pronto.
Un abrazo enorme, Gaby.
100 % Identificada! Considero que la calma es la única forma de no perderse en medio del ruido. Gracias por compartir tu sentir! Un abrazo!
Totalmente. Te mando un abrazo lento y lleno de serenidad, en medio de este ruidoso mundo mi Steph. 🫶🏻