Mucho se habla por estos días de las bondades de la Inteligencia Artificial.
De lo mucho que ha venido a evolucionar la forma en la que abordamos y trabajamos en distintas áreas de desarrollo laboral y artístico.
Incluso hay muchos que miran con temor a la IA, con ese típico resquemor de quien se empieza a sentir reemplazado en sus labores.
Si nos trasladamos al ámbito literario, entonces nos arrugamos. Un libro escrito por la IA. ¿Dónde quedaremos los escritores? Si ya es bastante difícil para nosotros pensar incluso en la posibilidad de vivir del arte, ¿que nos quedará ahora que la IA viene a hacernos la competencia?
¿Será que de verdad la comunidad lectora se puede sentir a gusto leyendo un libro escrito por la IA? Pues muchos, son del criterio que dice que la demanda crece y no precisamente al ritmo de nuestros dedos sobre el teclado, más bien veloz, al compás de la IA al crear una historia con pocas palabras claves, dejándonos en franca desventaja.
¡ALERTA, ALERTA! luces rojas comienzan a palpitar incesantes. Se nos acaban los escritores de carne y hueso.
Supongamos que me voy a comportar y voy a dejar de lado la sorna que me provoca esos pensamientos alarmistas. Entonces voy a desahogar tan solo un poco mi visión al respecto, pues tengo la convicción de que la profesión del escritor obedece a un estado de emoción constante, en donde estas terminan dirigiendo nuestros pensamientos, convirtiéndolos en ideas que luego mutarán a historias. Nuestros escritos vienen de la mano de aquellas situaciones que vivimos o que vimos en un bar, en el trabajo, en la casa.
Y aunque no las hayamos vivido, sin duda algo que prevalece es el anhelo cuando se trata de algo extraordinario, o la frustración y el dolor, cuando lo que se cuenta es algo que forma parte de nuestro pasado historico, por ejemplo. Todas llegan a ser situaciones que sobrepasan nuestras emociones y por eso decidimos escribirlas.
Los humanos por naturaleza nos vemos impulsados diariamente por las emociones a la hora de emprender algún proyecto, por eso, cuando hay emociones detrás de un escrito, estas se pueden sentir como un ingrediente más dentro de la historia.
Y es que, sin duda, algo que es parte de la magia que experimentamos los lectores cuando viajamos con un libro, va más allá de las descripciones detalladas de lugares, personas o situaciones – que por supuesto es una parte fundamental – no obstante, si algo cautiva al lector, es la emoción.
Una emoción que proviene precisamente de la humanidad de la que somos parte, y que da paso a los sentimientos que experimenta el autor a la hora de escribir y crear una historia y que transmite a través de las páginas al lector. Lo que podría llamarse como un intercambio emocional. Una comunicación cargada de entendimiento entre dos seres pensantes y sintientes y que nos deja por fuera a la IA.
Desde esa óptica, los escritores de carne hueso llevamos uno y la IA cero.
La IA nunca podrá llorar mientras escribe un crimen, tampoco podrá transmitir la empatía de un personaje hacia otro, la IA no entiende de emociones. En cambio, nosotros, vivimos por ellas. Y es parte fundamental dentro del oficio de quienes deciden contar historias.
Así que amigos lectores y escritores, no importa que tanto ayude la IA. Por ahí leí en redes y me disculpo porque no recuerdo de quien es la frase, pero decía algo así: «Deseo que la IA me ayude a lavar los platos, para así poder escribir un libro”. Y en este caso no puedo estar más de acuerdo, ya que considero que tenemos una gran herramienta si le damos el uso adecuado. Pero entonces ahí viene nuestro trabajo como seres pensantes, porque debemos analizar bien para que queremos utilizarla. Somos nosotros quienes tenemos el poder para dar rumbo a esta historia llamada IA.
No perdamos el horizonte, ni nos dejemos alarmar, ya que nada reemplazará el calor humano y la identificación entre dos seres que sufren, que aman y que odian tanto al escribir como al leer una buena historia.
Con esto, solo quiero decirles que acá seguimos. Sintiendo y escribiendo. Creando una revolución de letras, de palabras provocadas por la emoción del sentir. Porque solo así ganaremos la partida a los pensamientos modernistas que intentan engatusar a las masas.




Comparto tu preocupación, si bien puede ser un herramienta útil, difícilmente transmitirá la emoción de lo que es vivir una experiencia 👏🏻
Así es, yo confío en que los lectores también lo piensen así.
Yo soy de la opinión de que es una herramienta genial, como todo, si se usa mal, es culpa del humano. Yo leería un libro escrito con inteligencia artificial, si dice que fue escrito así. Lo malo es hacer creer al lector que fue escrito por un humano.
Eso sería pesimo, concuerdo. Y respeto todas las opiniones, sin embargo, yo la usaría más como herramienta, tal como dijiste. Leer libros con IA, creo que no lo haría, me seduce más adentrarme en la mente de quienes escriben.