HOY ES SÁBADO DE CONFESIONES 

Pues sí, así como lo leen.  

Justamente durante esta semana que estamos por terminar, me encontré con un video de una escritora que admiro bastante, y en el, ella se confesaba. Precisamente porque está trabajando en un nuevo proyecto y comentaba el temor que sentía de exponer esa obra a su público.  

Pues debido a eso, yo pensaba: ¡les pasa a los grandes, mira yo sí me voy a achicar por experimentarlo todo el tiempo! 

Y es que esa escritora tiene años de carrera y no sé cuántos libros publicados, ya uno con el tiempo hasta les pierde la cuenta y luego está la hija de mi madre, que la mayor parte de su existencia a escrito bajo las sombras y que por supuesto le falta la vida entera por recorrer.  

Pero si vamos el tema en cuestión, a esa confesión que están esperando leer, lo cierto es que sí… quienes escribimos, padecemos de un miedo terrible a la hora de mostrar nuestras obras al mundo.  

Quizás algunos más que otros, incluso algunos de plano me podrán decir: ¿miedo? ¿qué es eso? Y en ese caso me parecería magnifico que así fuera. No obstante, y que me desmientan los colegas que pasan por acá… el escritor y el miedo se encuentran muchas veces durante su proceso creativo, más de las que quisieran.  

Y es precisamente en ese momento, en el que ya se ha finalizado una historia (porque por favor, tomen en cuenta el miedo anterior, que hace visita mientras estamos en el proceso de creación), pero es en ese momento, en el que ya está por publicarse la historia, cuando llega ese miedo final y quizás por eso el más grande: dar a conocer la historia y que puedan pensar los demás de ella.  

Porque de alguna forma, lo que hacemos los escritores con nuestras historias es desvelar el alma, nuestros pensamientos más profundos. De pronto nos lleva años construir un personaje al cual consideramos como un hijo, no solo por el tiempo compartido, sino porque en lo profundo de nuestro interior nos toca su historia. Y la hemos padecido y gozado con él.  

Y de pronto lo que sucede es que esa historia ya no es nuestra, ahora es de quien decide darle un espacio en su biblioteca. Y de pronto esa persona llega a un análisis que ni siquiera los propios escritores nos planteamos a la hora de escribir. Y entonces habrá alguien que diga: ¡menuda mierda de libro! Y con ello, se llevaron nuestro corazoncito a rastras por toda la avenida central y lo dejaron tirado en el primer bote de basura que se encontraron.  

Ese es el miedo más visceral. Y que les digo, nos toca lidiar con él y luchar para que este no sea más fuerte. Y entonces ese mismo sentimiento nos lleva a escribir cosas las cuales consideramos que puedan gustar más a la población en general y ahí entramos en otro conflicto: nos faltamos a nosotros mismos. Empezamos a buscar agradar a los demás con nuestros textos, dejando de lado lo que yo, como mujer joven (si, todavía me considero y el que diga lo contrario está equivocado), y escritora.  

¿Por qué faltarme a mí misma? Cuando he sido yo la que he estado aquí escribiendo a sol y sombra, y he sido yo la que me he dado ánimos a mí misma cuando la cosa se ha puesto fea, y he sido yo la que me he reinventado una y otra vez a través de la escritura. Y por último, he sido yo, la que después de muchos años he construido este refugio para mi alma llamado escritura.   

Entonces, con todo ello he llegado a la conclusión que el miedo nunca va a desaparecer, son como esos diablillos que están siempre hablándote al oído, primero cuando te dicen en plena construcción de la historia que eso no va… que eso no le va a gustar a nadie.  

Después cuando al final de la historia te dice: “¿en serio les vas a mostrar eso al mundo? ¿Qué pensarán de vos? Eso definitivamente no está mejor que tu anterior libro, menudo bajón escritoril el que estás teniendo ¿eh?”  

Y pues con esa conclusión, de que esos pensamientos y susurros no van a desaparecer de la noche a la mañana, no queda más que seguir. Por eso siempre insisto en que, si algo mueve esta profesión, definitivamente esa es la pasión. Porque esa sí que puede ganarle al miedo.  

Y entonces, durante esos momentos en los que el miedo parece ir ganando la partida, recordemos la pasión que nos mantiene acá y lo mucho que disfrutamos dejar ir a la palabra. Entonces vendrá como el coloso de Rodas, esta vez con libro en mano y le dará un tortazo por toda la cara.  

Y con esto amigos, no les vengo a decir nada que no esté ya dicho o escrito, ni traigo la solución a todos sus problemas. Pero a los escritores les digo: ¡amigos no están solos, denle un tortazo al miedo y a seguir!  

Y a mis amigos lectores: no sean tan duros con sus juzgamientos, recuerden que un escritor abre su alma cada vez que publica un libro.  

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2 comentarios

  1. Totalmente identificada, y es que para criticar cualquiera 😭 Por otro lado, esa idea de que «no va a gustar» es la que nos hace tener tantos basureros llenos de papeles por toda la casa jeje, pero al mismo tiempo es la que nos hace comprometernos y querer ofrecer lo mejor, puede, incluso, que sea el motor de la pasión.

    • Que frase final tan poderosa Steph, la comparto totalmente. Al final la una no sería sin la otra, pero también me pregunto cuantos buenos escritos tuviéramos publicados, si el miedo no nos hubiera ganado.

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