Quizás para muchos, esta pregunta sea muy sencilla de responder: “Si tienes muchas publicaciones, si vendes X cantidad de ejemplares al año, si sos seguido en RRSS… por supuesto sos exitoso”.
A partir de esa medida, es que vemos a muchos escritores correr para alcanzar esa meta. Eso que me va a permitir ingresar al selecto grupo de los escritores de éxito.
Y muchas veces, para alcanzar ese objetivo, es necesario realizar ciertas “adaptaciones”, incluso sacrificios que me permitan ser parte. Y ahí es cuando se vienen los fenómenos de copio y moldeo.
Pero Gaby, ¿De qué carajos estás hablando? ¿A poco no saben? Pues, para mí, el fenómeno de copio y moldeo, se refiere a aquellas formulas escritoriles que sabemos que son éxito asegurado porque ya otro escritor lo utilizó y fue boom en ventas.
Entonces comienzan todos en bandada a utilizarlos para asegurarse éxito también.
Parece que ahora escribimos para asegurarnos éxito no más.
Parece que la escritura dejó de ser uno de los principales métodos de expresión humana y ahora solo intenta agradar a lo que lee la mayoría.
No estoy hablando desde la envidia, o desde el resentimiento. No, de verás que no. Creo que lo que exploro en mi interior es una honda preocupación.
Porque antes eran los escritores quienes dictaban sus temas, muchos de ellos, acorde a sus preocupaciones más profundas sobre la naturaleza humana o la problemática social desde sus distintas perspectivas y épocas vividas.
Ahora en cambio, parece que desde afuera nos dicen: “tienes que hablar de esto, porque es lo que a la gente le gusta ahora. Y mira vos si lo tomas o lo dejas, pero es lo que te asegurará aceptación”.
Por supuesto que entiendo que los tiempos cambian, pero ese no es el tema en cuestión acá…
¿De qué carajos estamos hablando? ¿Desde cuándo el éxito tiene medida, desde cuando se nos dictan los temas de los que tenemos que hablar?
¿Desde cuándo escribimos para que una plataforma de Streaming compre nuestras historias y las haga famosas?
No estoy en contra de todas esas cosas, pero lo que deseo con el corazón es que todas esas situaciones no se conviertan en nuestro horizonte a la hora de sentarnos a escribir, porque eso quiere decir que estamos dejando de lado la genuinidad y empezamos a escribir lo que debemos y no lo que queremos.
Quiere decir que estamos dejando de lado aquello que nos apetece, por aquello que me asegura éxito.
Y claro, entiendo que la línea es muy delgada cuando el anhelo de cualquier escritor es buscar aquello que nos deje pasta y que nos haga un huequito en el ancho mundo de las editoriales, permitiendo que nos dediquemos de lleno a aquello que amamos.
Porque dejando la hipocresía de lado y hablando como decimos en mi pueblo, a calzón quitado, una verdad rotunda es que somos muchos los que anhelamos poder vivir de esto.
Y al menos en este país, es la cosa más difícil qué te puedas imaginar… entonces, ¿cómo salimos de este embrollo?
¿Cómo escribo para mí, según mis convicciones, sin dejar de buscar el éxito?
Convengamos primero en qué hemos venido hablando en torno a esta palabra tan bonita: éxito.
¿Qué es el éxito? Según la RAE, una de sus definiciones sería la buena aceptación que tiene algo. Palabras similares serían fortuna, fama, gloria, celebridad.
Entonces, si vamos a lo que nos dice la sociedad. En efecto, la medida del éxito si se basa en cuantos seguidores tienes en Instagram y cuantos ejemplares vendes al año.
Quizás entonces para una escritora rebelde y bohemia como yo, más allá de lo que pueda significar la palabra, mi propia medida de éxito será la cantidad de historias que salgan de mi alma y no de lo que me dicten los demás.
Lo que venga luego, será producto probablemente de la pasión, de la entrega, de esos días en los que dejo que la escritora que soy las 24 horas del día – sin importar si lo que hago está relacionado a – me deja hacer.
Y justamente, mientras reflexiono en este tema, me vienen en estos momentos las palabras de Pedro Almodóvar, quien una vez dijo que la pasión no se mide por el éxito, sino por la imposibilidad de renunciar a ella. Creo que va muy de la mano.
A lo que yo apelaría en mi fuero interno es a escribir, pero no para generar éxito como motivación. Si no para dar rienda suelta a la pasión. Ella no se mide, solo se siente. Y creo que solo en ese caso, podré sentirme satisfecha por los resultados o las situaciones que se desencadenarán eventualmente luego a raíz de esta y que nos llevaría sin duda, a crear nuestra propia medida del éxito.
Por estos días, les cuento que ando muy enamorada de la obra de Joaquín Sorolla, me fascina como emplea la luz en sus pinturas, quizás por estos días, me vea influenciada por tanta luminosidad y termine escribiendo algo emotivo.
Luego les contaré más al respecto. Espero que estén teniendo buenas lecturas y buen arte a su alrededor, para que de este modo pasen un feliz fin de semana y una hermosa y apacible Semana Santa. Un abrazo.



